La creación de la consultora financiera de los Kirchner, como ya lo denunció la Coalición Cívica, abre el camino a un posible tráfico de influencias por parte de la familia presidencial, que cuenta con datos confidenciales de la marcha de la economía y de las propias decisiones y estrategias del gobierno, datos de los cuales podrían ser beneficiarios sus eventuales clientes.
Cabe preguntarse si las proyecciones financieras que darán fundamento a las recomendaciones que la nueva sociedad proporcione a sus clientes, tomarán en cuenta los datos oficiales que publica el gobierno, tal como el IPC del INDEC, cuya perfección aseguró la Presidenta en su viaje a E.E.U.U.
Seguramente los datos de que gocen los afortunados clientes K no serán los mismos del resto de la ciudadanía.
Otra incógnita es si asesorarán a la economía real, a la que Cristina Kirchner atribuyó el crecimiento de un país, o a la especulativa, que ella y su marido han sabido aprovechar tan bien desde la circular 1050 hasta acá. O si la economía real es la compraventa de terrenos en El Calafate.
En cualquier caso, evidentemente el matrimonio presidencial ha creído oportuno crear una consultora financiera, para la cual seguramente preverá la existencia de un mercado ávido de saber qué hacer con sus finanzas.
